Yo tenía planificado tener familia. Pero dije, yo no voy a tener familia mientras estemos en dictadura. Yo quería que mi hijo naciera en libertad, no en dictadura porque yo la pasé muy mal […]. A mi hijo siempre le digo: ¡No, tú no ibas a nacer en dictadura, por eso te tuve tan vieja!
Ese día, cinco de octubre, me levanté relativamente temprano, no tanto. Porque si llegaba muy temprano, me dejaban como vocal de mesa. Y había mucha, mucha gente. Yo nunca había visto participar a tanta gente. Voté tranquilamente, después de una larga cola, me acuerdo, y volví a mi casa a prender la tele, a esperar los resultados. Y yo vivía con mi mamá en ese minuto y las dos estábamos pendiente de la tele. Y me acuerdo de que el primer cómputo que dieron fue de un poblado bien perdido no sé dónde, por la Octava, por la región de la Araucanía- Novena región, donde votaron ocho personas. De las ocho personas, seis votaron por “NO” y yo dije: “ya ganamos.” Y me abrazaba con la mami, qué sé yo, pero todo ese día estuvimos pendiente y no daban nunca los resultados. Eran las nueve de la noche, y aquí en este país se caracteriza porque la votación, los resultados de las votaciones se dan casi prácticamente a las 4 horas. Eran las nueve de la noche y no pasaba nada. Mostraban en la televisión cómputos que no coincidían con los míos porque yo iba a todas las elecciones y yo agarro un cuaderno y yo empiezo a anotar. Entonces yo soy como una persona que recuenta los votos. Y no coincidían con los míos. Y yo dije: “uy, van a mentirnos.” Hasta que no me acuerdo era muy entrada a la noche cuando uno de los generales, no me recuerdo en este minuto cuál fue creo que fue, creo que fue el aviador, dijo, “ya digamos las cosas como son y los cómputos son tales”. Y ganó el NO. Y te puedo contar que esa noche yo no dormí. Lo único que yo quería era llegar a la oficina el otro día, el otro día era carnaval en el centro. Yo trabajaba en el centro. Por supuesto, en la oficina nos abrazamos. Calladitos los que habíamos votado por el NO porque sabíamos más o menos unos, cada oveja con su pareja, ¿cachai? Pero como a la hora de almuerzo, nos fuimos al Paseo Ahumada y era, pero te juro, era como estar en Río de Janeiro. Era un carnaval. Todos nos abrazábamos con todos. Todos con todos. De los edificios tiraban papeles de colores. Era una algarabía total. Fue muy bonito saber que no era yo la única que estaba pensando, en que estos, en que estos caballeros se tenían que ir. Y eso fue en realidad.
Y lo otro bueno que tenía era que yo tenía planificado tener familia, pero dije “yo no voy a tener familia mientras estemos en dictadura”. Y que yo quería que mi hijo naciera en libertad, no en dictadura porque yo lo pasé super mal. Yo estudiaba en el Pedagógico en la Universidad de Chile para ser profesora de inglés y yo entré allí en el año ‘70. O sea en el auge de la Unidad Popular, donde éramos todos – bien, todos en ese lugar – éramos casi todos de izquierda. Y estábamos con Allende, y todos felices, y ese día 11 de septiembre del ‘73 yo estaba en el Pedagógico. Y entraron los milicos y a la vuelta después de muchos meses los milicos se tomaron el Pedagógico y nos hacían entrar, nos teníamos que firmar una hoja con el carnet y nos devolvimos el carnet cuando salíamos. No podíamos andar más de dos porque tres era complot. Y de mis compañeros, cuando yo iba a clase éramos 25 o 26, y cuando volví, habíamos exactamente 6. Entonces, nunca se supo lo que pasó con los otros. Me imagino que algunos se, alcanzaron a irse y otros terminaron desaparecidos hasta el día de hoy. Entonces por eso yo no quería que mi hijo naciera en dictadura porque Chile siempre fue un país tan democrático y tan bonito y parece que fue sin planificarlo porque yo me acuerdo cuando era como ya marzo del año siguiente, cuando asumió Aylwin, asumió al cargo yo ya tenía tres meses de embarazo. Entonces todo lo tengo muy, muy asociado a eso, te fijas. A mi hijo siempre le digo: “¡No, tú no ibas a nacer en dictadura, por eso te tuve tan vieja!” Así que no, fue super bonito. Fue super lindo.