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Domingo Navarrete

Yo quería que ganara el Sí de todas maneras, porque veía que el país estaba muy bien, avanzaba en lo económico, en todos los índices sociales, que el país se estaba desarrollando súper bien. Y lo comparaba con la época anterior a la del gobierno militar y que éramos pobres como perros. En realidad éramos miserables. Entonces yo veía la diferencia entre una situación y otra, pero lo comparaba también con esos tres años de gobierno de Allende que fue terrible, porque las personas que vivieron ese tiempo te pueden decir que se pasaba hambre y que no había, muchas veces, que comer, que tenías que conformarte con lo que encontrara en los almacenes. No había futuro, el país estaba mal económicamente, estaba lleno de violencia, de guerrilleros, de extremistas que querían apurar el proceso, el proceso socialista, la revolución, apurarlo y transformarlo muy luego en una guerra civil. Entonces todo el mundo estaba desesperado. 

En esa época, yo era cadete de la Escuela Militar. Esa época para nosotros era muy mala, porque a pesar de que yo tenía entre 15 y 17 años, porque me hice cargo, fui cadete de los 15 a los 17 años. Por una parte teníamos que salir muy protegidos y llegar a las casas muy protegido porque nos atacaban los extremistas de izquierda. No, no es que nos atacaran con armas, pero cuando veían a un cadete le pegaban y entonces teníamos que salir por grupo y en buses es que nos dejaban más o menos cerca de la casa. Eso era la izquierda. 

Pero por la derecha toda la gente nos trataba de que éramos gallinas, de que éramos unos cobardes, que no éramos capaces de defender a la patria, que veíamos que la patria estaba totalmente sometida y a punto de caer en un comunismo irreversible. Y nos tiraban maíz. Entonces estábamos completamente solos. Todos los militares estábamos solos y muy abandonados a la mano de Dios. Entonces, al compararlo con la época que estábamos viendo ya en los 87, 88, Chile ya había pasado este gobierno militar, había pasado dos crisis económicas, la del 74 fue horrible y la del 82 fue peor. Y pese a eso, fíjate que los índices sociales, la pobreza estaba disminuyendo. Estábamos teniendo mejores sueldos, había más tranquilidad, habían reformas que eran y después fueron un ejemplo para el mundo. Entonces, cómo se sabía que iba a haber revanchismo y que podíamos volver a una situación similar a la anterior y también por un poco a la vendetta que podía haber del lado del otro lado, yo quería que ganara el Sí. De todas maneras, yo quería con todas mis ganas que ganara el Sí, veía que era bueno para mí y para el país, en el fondo. 

Ese día yo estaba a cargo de un local como jefe militar, de un local de Melipilla y en Melipilla ganó el Sí. Yo estaba a cargo de un grupo de militares que custodiabámos el local y que resguardábamos todo lo que era la seguridad interior para que la gente pudiera votar libremente. Entonces era una labor más bien tranquila porque se ocupa el local un par de días antes, se súper vigila que se instalen las mesas de votación, llegue a la Junta Electoral, se instala ahí. Ellos y nosotros cumplimos más que nada una labor de resguardo, nada más de evitar que haya desorden y que gente loca trate de hacer algo, que traten de impedir que se roben las urnas. En el fondo, resguardar la seguridad de la elección para que fuera lo más limpia posible. Y eso hicimos. No tuve mayores problemas. Había gente que cuando entraba al local a votar nos miraba con una cara buena, simpática y había otra que nos miraba con un poco de pica, así de. Pero en general ningún problema. Nada. Esto se realizó en forma totalmente tranquila. Allá estuve, Melipilla. ¿Tú sabes dónde queda Melipilla? que está afuera. En Santiago hubo aglomeraciones y mucha, mucha gente dicen que votó o no por la espera, por la espera increíble de horas y horas para poder votar. No estaba preparado todo como para que la gente se avalanzara a votar, y gente de los dos lados. Entonces en Melipilla, como Provincia, buena Provincia, fue más bien tranquilo y ahí ganó el Sí, ganó por poco, pero ganó. 

Esa noche, cuando supimos los resultados, el personal militar mío estaba tan totalmente acongojado porque en general todos querían votar por el Sí. Y me acuerdo de un cabo que era, que me lloró, lloró porque realmente estaba acongojado. Eso fue mi experiencia con él. Después ya habría que dar otra opinión. Qué pasó después. Qué opino yo ahora. Pero en ese momento era un ferviente devoto del Si. En los resultados, en ese tiempo no era como ahora, ya está todo. Había que trasladar los resultados, había que trasladarlos a un lugar. Ahí se recolectaban en un colegio y de ahí partían. Pese a todo, los resultados se dieron esa noche tarde. O sea, no ocurrió como ocurría en ese tiempo en otros países que te lo daban tres o cuatro días después. No, se dieron el mismo día, se calculaba que podía hacer ante todo a las once de la noche, pero se dieron, a las doce y media, o cerca de la una. Los resultados ya definitivos, con un noventa y tantos por ciento. Mucho lamento y no pasó nada extraordinario. Volvimos a nuestras unidades. Yo estaba en la Academia de Guerra, pero mucha preocupación, mucha tinta, mucho porque no habíamos ganado, porque encontrábamos que la gente, que el pueblo se había portado mal con el gobierno militar, encontrábamos que éramos mal agradecidos. 

Encontrábamos que se habían dejado influenciar por la propaganda. En ningún caso. Fíjate,mira, no pensábamos que venía la democracia; pensábamos que venía un gobierno revanchista, que lo primero que iba a hacer era tratar de saldar cuentas de dos, y después preocuparse de la cosa democrática y de todos. Estábamos asustados. Lo que nos recriminabamos de que no se hubiera hecho una buena campaña, propaganda, una buena franja, de que no se hubiera podido difundir toda la labor que había hecho. Y en cambio los otros lo habían hecho tan bien, con vendiendo una cosa así, tranquila, una imagen bonita de alegría. Entonces nos recriminabamos de eso. También nos recriminabamos del aire triunfalista que habíamos tenido. Mucho. Entonces era como algo que se daba por hecho y fue una sorpresa el que no ganara, por tanto, digamos, aunque no fue tanto 53 contra 44. Sí, pero igual nosotros creíamos que podía ganar el Si. Entonces hubo mucho lamento, preocupación que se fue pasando con el tiempo. 

Al día siguiente vinieron las conversaciones entre nosotros respecto de eso, de cómo y por qué se había perdido. Y las recriminaciones contra la cúpula, contra los más cercanos a Pinochet que lo habían, nosotros pensamos que lo habían engañado con respecto a la realidad de lo que venía de la votación. Que no le dieron a conocer efectivamente cómo estaba la cosa para que se preparara para que no hubiera ese aire triunfalista que había, que hizo que no nos preocupáramos por la franja, que no nos preparamos por destacar toda la obra del gobierno militar y todo. 

Entonces un mes completo estuvimos muy afectados, los militares, todo y ya es tarde. Pero en la franja, mira, yo no le habría dado tanta bola a la venganza, lo que viene el comunismo, a mostrar imágenes grises de lo que hacen los comunistas. Porque eso en el fondo asusta, pero asusta en el sentido de que eso te puede llegar, sino que asusta que te lo digan solamente. Que te hablen de asesinato. Ya no, es. Yo habría hecho eso. Habría hablado de temas que realmente le hicieran ver a la gente lo bien que ha estado y lo mejor que puede estar. La gente, si tú no le dices a la gente lo bien que está, la gente lo da por hecho de que eso es así. Sobre todo los más chicos, los que se encuentran, nacen y se encuentran con esto. Entonces estuvo mal planteada la franja del Sí y fue fundamental para mí porque fue un mes y por el otro lado, sin odio, sin rencor, la alegría ya viene. Buenos colores, gente bonita, cachai. Entonces yo creo que eso fue más que nada. Si no hubiera sido 55 al revés, hubiera sido quizá más todavía. Eso fue un detalle. Un detalle táctico, pero de repercusiones estratégicas.