Yo nunca escuché en mi casa de chico que mi papá iba a ser presidente o que quería ser presidente o que le gustaría ser presidente. Lo que cuentan es que mi abuela, cuando él era chico, le decía “hijo, tú cuando seas grande vas a ser presidente”. Pero eso es como que yo le dijera a mi hijo, es un acto de chochera, como decimos aquí en Chile. Estas circunstancias se fueron dando. Mi papá antes del 87, hay literatura, por ahí el año 85, 86 mi papá le da una entrevista a la revista Análisis, me parece, que dice somos una generación fracasada y mi papá estaba para tirar la toalla. Él decía, nosotros no fuimos capaces de mantener el sistema democrático en Chile, se quebró la estabilidad, bueno, vino la dictadura, ta, ta, ta. Él estaba como casi como para jubilarse, y hubo un grupo de gente que por ahí por fines del 86 lo picaneó como decimos aquí en Chile. Le dijo que tenía que no podía tirar la toalla tan temprano y que tenía que; la visita del Papa le hizo muy bien a mi papá. Y entonces la visita del Papa fue un momento muy esperanzador, porque además fue la primera vez que gente podía decir cosas sin censura en la televisión a pesar de que hubo todo, pero no sé, por ejemplo, hay un acto en la población, la bandera aquí en Santiago, un poblador que se sale de todo libreto y que le dice al Papa “Mire, aquí hemos sido reprimidos, pasamos hambre”, no sé qué le cuenta, en fin, le cuenta la verdad, que no era la verdad oficial. La verdad oficial era que este era un país que estaba creciendo, que crecía en orden y paz, que se yo. Bueno, después fue la misa en el Parque O’Higgins en que hubo incidentes y en que el Papa termina entre gases lacrimógenos, arrodillado y bueno, queda esa frase “el amor es más fuerte” pero la gente corría, no se sabía que podía pasar. La visita del Papa fue muy esperanzadora y yo creo que eso le dio también a él como un aliento que se oía.
Él allí asumió la presidencia del partido el año 87. Entonces, bueno, después vino el plebiscito el 88. Entonces el primero entre sus pares y terminado el plebiscito, como que quedó en esta posición, como que quedó en esta primera posición, pero como casi por la inercia de lo que venía. Y a él yo creo que le costó mucho tomar la decisión, porque él nunca fue una persona que quisiera honores para él. Y entonces yo me acuerdo de conversaciones familiares, no se, ponte tu en noviembre, diciembre del año 88 en Algarrobo, esas caminatas largas y se yo, y que mi papá decía “no, no, yo no, yo no” .
Bueno y claro, en política las cosas son como son una junta del partido en el verano del 89, un grupo que lo proclamó y ahí después del tema interno, quedó él posicionado como el candidato de la DC y después empezaron a salir estos otros candidatos que como te digo, eran los presidentes o directores de los 17 otros partidos. Y fueron saliendo, bajando cada uno por distintas razones. Algunos, como te decía, pensaron que a lo mejor su momento era más tarde, como efectivamente fue el presidente, Frei fue presidente después de mi papá. El presidente Lagos fue presidente después de Frei, pero tenían también legítima opción. Y entonces la proclamación es como en junio del año 89 y yo tenía 28 años, trabajaba en una radio, dije, yo no me voy a quedar de brazos cruzados mientras mi papá viaja por Chile y recorre el país, y se saca la mugre, como decimos aquí en Chile. Yo no voy a seguir trabajando aquí, quiero participar de esto. Además, era una campaña como una épica, con una emoción. Era la recuperación de la democracia después de 17 años. Entonces yo pedí permiso en la radio entre septiembre. No me acuerdo. Fue una campaña razonablemente corta, septiembre y diciembre, que eran las elecciones, y acompañé a mi papá nada, a recorrer el país, ayudando en lo que se podía, desde llevar el maletín hasta ayudar en las cosas más torpes, más domésticas, de no sé, cosas de ropa de repente, puras cosas. Yo no estaba la estrategia de la campaña en la cosa comunicacional, sino que estábamos en el día a día de coordinar y que los autos y que este venía y que no sé qué y el acto o el acto cual.
Y fue impresionante. Era una campaña preciosa. La gente recibía a mi papá. Guardo absolutamente las proporciones, pero llegamos a ciudades importantes, llegábamos a pueblo y era la sensación de que uno tiene cuando llega el Papa, la gente lo quería tocar, lo quería abrazar. No era él como persona, sino que encarnaba esta posibilidad de recuperar la democracia y fue muy lindo. Hay un montón de historias de lugares. Por ejemplo, hay una ciudad en el norte de Chile que se llama Copiapó, que es una ciudad eminentemente minera. Que es una ciudad pequeña y llegamos un día tarde en la noche y había un escolta policial en la entrada y la ciudad estaba desbordada y el efectivo de Carabineros, que estaba a cargo de la fuerza, nos dijo, yo no me puedo hacer responsable. Aquí puede quedar cualquier crema porque está la gente toda en la calle. Bueno, le dijimos, vamos a tratar de hacerlo lo mejor posible. Entramos con una caravana con Carabineros, que se yo, y llegamos al centro de la ciudad y llegó un momento en que la caravana no podía avanzar y entonces decidimos que teníamos que bajar a mi papá y entre todos ayudarlo a llegar y la gente se le tiraba encima y eran agarrones de puro cariño. Y bueno, no estaba pensado que nos costó una hora llegar hasta las últimas tres cuadras caminando ahí, no estaba pensado que mi papá hablara. Entonces llegamos a la plaza, al hotel de la plaza y entonces hubo que conseguir un megáfono para que hablara desde un segundo piso, desde un balcón y qué sé yo. Y haciendo callar a la gente, porque con el megáfono obviamente había, no sé, 5000 personas, no sé, una cosa impresionante. Bueno, así como eso, hubo miles de mil cosas, de mucho afecto y de mucho cariño y que a uno lo hacían pensar que lo lógico era que mi papá iba a ganar la elección.
El problema era si el gobierno iba a reconocer o no el triunfo de la elección. Y bueno, familiarmente como que uno se va como acomodando a esta circunstancia, que es una circunstancia rarísima. Yo siempre cuento. Le cuento a mis hijos que el día de la elección mi padre quiso hacer un gesto que fue muy para mí impresionante, fue a votar temprano y él sabía que lo más probable es que iba a ganar y sabía que ya perdía toda privacidad y entonces fue a votar temprano y quiso ir a ver a su padre al cementerio de San Bernardo. Y entonces lo que hicimos fue que Carabineros cortó la caravana, venían todos los periodistas siguiendo, carabineros cuando sale del local de votación corta la caravana y mi papá sale con dos autos con un grupo muy pequeñito y la prensa queda botada, no lo pudieron seguir. Y que hasta el día de hoy hay periodistas que nos reclaman por ese tema, pero, bueno, con el tiempo se entendió. Y después nos fuimos a una parcela de una prima de él por aquí, muy cerca de Santiago, unos 40 minutos de Santiago y éramos solo la familia y había un asado. Era un día de calor. Mi papá se bañó en la piscina y uno miraba y decía, este caballero va a ser presidente de la República en un rato más, porque era evidente que iba a ganar. El tema era si se desconocía o no se desconocía, pero todas las encuestas lo daban como ganador y yo lo miraba. Y la serenidad del tipo y como claro, siendo como su último día en familia piolita, como decimos aquí en Chile, o sea, sin cámaras, sin nada. Bueno, como sabes, la historia de la derecha fue dividida y la votación del 43 por ciento que había sacado Pinochet en el plebiscito, o sea, la opción sí se dividió entre dos candidatos y eso permitió que mi papá, que sacó un 53 por ciento, me parece pudiera acceder sin problema.
Pero uno tenía preocupación de lo que pudiera pasar. Afortunadamente, digamos, el gobierno probablemente no muy a gusto, pero cumplió con su ordenamiento jurídico. Y bueno, después de eso, esa elección fue el 14 de diciembre. Como el 20 de diciembre se produjo el reconocimiento oficial. Fue el ministro del Interior a la casa de mi papá a decirle que bueno que aquí estaba el documento oficial del Tribunal Calificador de Elecciones, etc. y entonces se concertó una reunión con Pinochet en La Moneda. Hoy día es al revés: el presidente, la tradición es que el presidente va a ver al presidente electo a su casa o en fin. Pero bueno, en esas circunstancias no se podía. Y en esa reunión, que fue como el 20 de diciembre, por ahí a fines de diciembre, claro, mi papá va y le dice General, “yo sé que no está en mis facultades, yo le quiero pedir que usted deje la comandancia en jefe, a pesar de que yo sé que no se lo puedo pedir, porque la Constitución establece la inamovilidad del comandante en jefe”. Bueno, obviamente Pinochet le dijo que no y bueno, ahí empezó todo un tema que significó, bueno, hacer la transición con Pinochet, no sólo Pinochet vivo, sino que sentado en la comandancia en jefe del Ejército.
Yo siempre me río con mis amigos españoles, porque mis amigos españoles me dicen bueno, claro, “la transición de ustedes” y yo les digo “la transición de ustedes fue con Franco muerto. La transición nuestra fue con Pinochet vivo y como comandante en jefe del Ejército.” Y cuando asumió mi papá, bueno, estaba todo el mundo muerto de susto, los políticos muertos de susto porque los militares iban a dar un golpe de Estado, los militares muertos de susto porque los iban a someter a proceso por las violaciones que habían cometido en materia de derechos humanos. Los empresarios muertos de susto porque volvía a gobernar la izquierda, los trabajadores muertos de susto porque qué iban a ser los empresarios. Bueno, entonces hubo que hacer todo un componer, un clima y qué sé yo. Imagínate, hay momentos impresionantes porque está lleno de símbolos. No sé si no sé cuántos sabes, pero por ejemplo, para la transmisión del mando el 11 de marzo, el problema era que los dignatarios extranjeros querían venir, pero no querían encontrarse con Pinochet. Entonces decían «yo voy a Chile y hago lo que ustedes me pidan, pero yo no voy a estar en una ceremonia con Pinochet”. Y entonces hubo que hacer un evento en el Estadio Nacional para hacer una cosa masiva para que la gente pudiera. Bueno, y ahí estaba Felipe González, estaba Al Gore que era vicepresidente de Estados Unidos, bueno, estaba Menem, Alan García, en fin y ahí hay un momento que es súper emocionante porque es un momento en que cruzan la cancha y entra mi papá con mi mamá y cruzan toda la cancha del estadio. Todo el estadio los aplaude y la gracia de la imagen que está retratada ahí por esa foto. La gracia es que no hay ningún policía. Nosotros veníamos de 17 años de que cada vez que llegaba Pinochet, a cualquier parte del operativo de seguridad en torno, el presidente y a su señora, no había nadie. Solo estaba la Cámara Oficial de la televisión que está transmitiendo este momento. Pero no había ningún guardaespaldas, ningún escolta. Era la vuelta de la era, la vuelta de la democracia, la vuelta de la libertad. Es con la música de la nana Muscari. Bueno, se me ponen los pelos de punta de acordarme. Yo tenía 28 años y con la música de el himno a la libertad de la nana Moscuori, y mi papá y mi mamá caminan por el estadio. El cuento para las mujeres es que mi mamá andaba con unos tacos de este porte y ella le agarraba de la mano y mi papá le decía “no voy a llegar, se me van a entrar los tacos en el pasto.” Había una alfombra, pero igual se le enterraban los tacos en el pasto. Afortunadamente llegó y no pasó nada porque habría sido bochornoso que se cayera, pero en fin.
Pero está lleno de ese tipo de gestos. Después esa bandera entera que se despliega, después el discurso de mi papá en que llama a que “Chile es uno solo”. Entonces empieza a decir “este país lo tenemos que rearmar entre todos, empresarios y trabajadores”, no se que, “civiles y militares”. Y el estadio se viene abajo pifiando. Y entonces el se enoja y dice sí, compatriotas, “sí, compatriotas civiles y militares. Chile es uno solo” y sigue todo el mundo lo aplaudes. Y así como ese montón de momentos que fueron muy emocionantes, que fueron la recuperación de un país que habíamos perdido y que claro, por cierto, que no es un país perfecto, ni muchísimo menos, pero que salvó las cosas más fundamentales. Y entonces el Gobierno, el presidente Aylwin, lo que hizo fue continuar con lo bueno que se había hecho en materia económica, ponerle un énfasis social y restablecer, bueno, plenamente las libertades que los chilenos volviéramos ser, de alguna manera, a mirarnos como hermanos y ya. Aunque pudiéramos pensar distinto, podemos ser si tu quieres, adversarios, pero no somos enemigos, no somos vende patria o no somos traidores, etc. Y bueno, y se produjo un ciclo virtuoso del año 92, 93 Chile creció al 7%, que es la tasa máxima de crecimiento en la historia. Se produjo un momento importante de reinserción en un mundo internacional. Se produjo un momento de buena conversación y de buena cohesión.
Cuando mi papá nombra esta comisión de verdad y reconciliación, la Comisión Rettig, que lo que hace es estudiar los casos de desaparición, etc. Bueno, no sé, creo que fueron como 5.000 testimonios y se prepara este informe y establece esto que en ese momento era negado. Hoy día yo diría, que no sé, el 90 y tanto por ciento de los chilenos reconoce que se cometieron esas barbaridades y están en desacuerdo con que se hayan cometido. Pero en esa época no. En esa época había gente que todavía lo negaba y que decía que no existía y que esto era un invento y que, no sé, que los que están desaparecidos andaban viajando y cosas muy fuertes. Hoy día está de moda criticar esa sensación, a «porque fue en la medida de lo posible,» la famosa frase de mi papá, que por lo demás es una frase más completa, dice “vamos a establecer, vamos a hacer verdad en materia de las violaciones a los derechos humanos” –y claro que se hizo con el Informe Rettig– “y vamos a hacer justicia en la medida de lo posible.” Porque, claro, era imposible pensar en lo que hoy día ocurrió, que hay militares sometidos a proceso, etcétera. Eso en esa época era absolutamente imposible, dada la composición del Poder Judicial en Chile. El Poder Judicial estaba, había sido nombrado por la dictadura y entonces estaba básicamente co-potado por la dictadura. De modo que no había ninguna posibilidad de pensar en que se pudiera someter a proceso, como después se sometió a los violadores de derechos humanos, etc.
Pero yo pienso que mirado con perspectiva. Fue un momento muy interesante de la historia del país y siempre me acuerdo de ahora cuando se murió mi padre, la presidenta Bachelet fue a vernos poco después de que se había muerto mi padre en la mañana y al tiro, fue a la casa y nos dijo bueno, claro, yo era de las que en ese momento miraba y yo miraba desde afuera y claro, me sentía disconforme, quería más, quería que se corrieran las barreras. Y ahora que he sido presidenta y que dos veces, lo veo claro y digo “efectivamente, Chile no sería lo que es sin esa medida de lo posible”, porque era lo que se podía hacer, era lo que razonablemente se podía hacer en ese momento. Y de hecho lo dijo después públicamente cuando salió de la casa, ese día que nos fue a saludar, lo dijo públicamente en el punto de prensa, dijo Chile no sería lo que es hoy sin el gobierno del presidente Aylwin.
Y dentro de lo que se puede, yo me acuerdo de haber conversado con mi papá, que mi papá disfrutó su presidencia, lo pasó bien, tenía tensiones y etc. Como todos los trabajos, pasó malos ratos, etc. Pero disfrutó del trabajo y hay unas imágenes al final de la del gobierno que están por ahí en televisión, el que hay una misa cuando dos días antes de cuando está terminando y él se emociona y se pone a llorar. Los Aylwin somos buenos para la lágrima, yo me emociono de acordarme porque dice que él está feliz de haber podido contribuir estos cuatro años a que se redujera la pobreza, qué sé yo, a que nuestros compatriotas pudieran volver a entenderse, pero que queda mucho por hacer, que queda un gran camino y que hay un gran desafío para el desarrollo. Y bueno, han pasado 30 años y Chile todavía está en el camino del desarrollo. Pero claro, los logros del gobierno fueron impactantes. Hoy en día te habla del crecimiento, la reducción de la pobreza del 40 y algo al 20 me parece, más de la mitad. Bueno, un montón de logros que no son solo económicos, sino que también la atmósfera que fue eso, fue un gobierno de devolvernos ese momento que no teníamos hace 17 años. O sea, tú y yo podemos pensar distinto, podemos discrepar, pero no por eso no vamos a tener que tirar los platos por la cabeza. Que hay deudas y que hay gente que todavía lo mira con perspectiva y dice que la transición se puede haber hecho más. Probablemente se pudo haber hecho más, pero yo creo que fue muy meritorio lo que se hizo a la luz de todo el momento que se estaba viviendo.