Hay un momento que es súper emocionante. Es un momento en que cruzan la cancha -entra mi papá con mi mamá- y cruzan toda la cancha del Estadio. Todo el Estadio los aplaude. […] Y la gracia es que no hay ningún policía. (Nosotros veníamos de diecisiete años de que cada vez que llegaba Pinochet a cualquier parte, el operativo de seguridad estaba.) En torno al presidente y su señora no había nadie. Solo estaba la cámara oficial de la televisión que estaba transmitiendo este momento, pero no había ningún guardaespaldas, ningún escolta. Era la vuelta de la democracia y la vuelta de la libertad.