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Francisco Celedón

Bueno, eso es la culminación de un proceso, pero una culminación que también más bien fue bonito y evidentemente el 5 de octubre empezó mucho antes, prácticamente cuando yo llegué de mi autoexilio de Venezuela, que llegué, bueno, a trabajar en mi vida profesional porque todos teníamos que vivir. Y me vine con don Gabriel Valdés, que era presidente del partido Demócrata Cristiano en esa época y un activo opositor al régimen,¿no? Y me incorporé al equipo de él activamente en el partido y en lo que era el CED, en ese tiempo, el centro de estudio del desarrollo, y además trabajaba en una agencia de publicidad que era mi actividad, que ejercía en esos tiempos. Producto a que yo era efectivamente trabajaba en publicidad y se está formando ya la estrategia para enfrentar el plebiscito del 88. Se me pidió a mí que contactara y que formara un equipo creativo. Y así fue que con mucha audacia y mucho temor me acerqué a alguna gente que conocía con mayor facilidad y a otros que no conocía. Y así fue que, hay que contextualizar: vivíamos en una dictadura. Abrir espacios de confianza no es fácil, especialmente cuando uno no conoce a la persona. Y así es. Así fue que conversé con cinco o seis personas, las cuales de las seis, las seis accedieron a trabajar en un proyecto que tampoco tenía mucha claridad de que es lo que era. Se sabía que en un lapso de tiempo, un año, un año y medio más, iba a haber una campaña. Pero nadie sabía todas las condiciones, las condiciones tanto comillas legales o las reglas del juego como las políticas del año. 

Pero sí, yo creo que logramos conformar un equipo que fue bastante sólido en ese ámbito, en el equipo creativo. Algunos contactados por mí y otros conocidos que trabajábamos en el mundo de la publicidad, que fue la base de esto. Y así se formó con el, superando también diferencias políticas propias de lo que era oposición en esa época, se conformó un grupo que finalmente éramos cientos y cientos de voluntarios. Cumplíamos diferentes roles. Se conformó un gran equipo de creativos, de cientistas políticos. Recogimos alguna experiencia también de apoyo para hacer estudios de opinión pública, encuestas, focus groups, qué sé yo. En ese sentido fue un trabajo muy profesional y creo que se llegó. Se logró hacer un diagnóstico muy certero del estado social que vivía el país en esa época. Tanto en sus más diferentes dimensiones. Afectivas, de percepción, de estado psicológico. En fin, un perfil muy completo. Y yo creo que ese fue el éxito de la campaña desde el punto de vista de la comunicación y de uno u otro, la campaña comunicacional marcó la campaña política, también. Porque fue tan potente y tan relevante en términos, una vez iniciado, ya, el curso de la de la del período que tuvimos el mes, el mes y pico para poder emitir la franja, que marcó una pauta y cambió efectivamente el estado de ánimo del país. Y no solamente la coalición nuestra, sino que obligó mucho a la coalición de Gobierno a cambiar también su estrategia, y eso se notó mucho. A diferencia nuestra, que efectivamente pudimos llevar una línea comunicacional bastante concreta y que fue permanentemente medida. Noche a noche, después de cada una de las franjas, se hacían focos grupos de medidas de impacto que tenía. 

En fin, bueno, y uno de los múltiples roles que me tocó a mí. Era cooperar en la franja, en la producción propiamente tal. No, yo no me distingo por ser creativo, pero participé en casi todas las instancias a nivel político y a nivel del equipo creativo de producción que me tocó. Me tocaba a mí junto a Juan Gabriel Valdéz y a Patricio Silva –que lamentablemente ya hace algunos años, varios años atrás, falleció– ser los representantes de la opción No, ante el Consejo Nacional de Televisión. 48 horas antes de la emisión del programa, nosotros teníamos que llevar nuestra cinta para que pasara censura. Y eso fue una rutina de cerca de 30 días. Se llevaba normalmente a las 12 y media de la noche con dos días de anticipación. Inicialmente fuimos muy disciplinados y cumplimos con llevarla. Y después, por alguna circunstancia, detectamos que si la cinta llevaba algún tipo de error técnico podíamos darnos 24 horas más. Y como no dejábamos la cinta, al menos creíamos, aunque tengo la certeza que paralelamente siempre las grababan para pasársela a la opción del Sí, nosotros llevábamos siempre algunos errores técnicos para volver con esa cinta 24 horas antes. Y así fue pues, la dinámica. Y creo que vuelvo a insistir que la campaña fue extraordinariamente, dio en el clavo desde el punto de vista de lo que la gente esperábamos y lo que nosotros esperábamos. “Chile la alegría ya viene” estaba destinado fundamentalmente a lograr que la gente participara en el proceso y mostramos una campaña a pesar de todo, la tragedia social que se vivía en el país, no es cierto? una campaña optimista. De que era posible, si bien era muy crítica evidentemente al Gobierno, era una crítica inteligente entre comillas. Sin resaltar situaciones extremadamente dramáticas, porque eso iba a inhibir el miedo inhibe. Iba a inhibir la participación de la gente. Nosotros partíamos de la premisa que en la medida en que mayor cantidad de gente participara, menos posibilidad tenía la dictadura de lograr su triunfo. 

Entonces, dentro de esos 30 días tocó un hito que la historia hizo que yo fuera el único actor. Y fue el hito más incómodo para nosotros, porque uno de los capítulos, honestamente, no recuerdo con exactitud. Los censores dijeron no hubo, no hubo, no hubo posibilidad de arreglo en nada, simplemente los censuraron. Y dijeron esta edición no va. Era porque por primera vez un juez no estaba preparado para esta entrevista. Creo que era de apellido Rojas, un juez de la República, el poder controlado por la dictadura. Reconocía que en Chile se torturaba y habían desaparecidos. Eso, evidentemente, las autoridades no aceptaron que eso se hiciera públicamente y esa vez se resolvió que esa edición la opción No, no la iba a llevar. Por lo tanto fue un viernes. Entiendo. Solamente se transmitió la opción sí. 

Eso me significó a mí –aparte de yo en esa época, era joven, sin mayores, sigo siendo joven de alma– me tocó enfrentarlo solo y yo aparecer en la noticia. Y en lo personal me generó muchos problemas porque este era un trabajo evidentemente semi clandestino, era un trabajo en que uno evidentemente no tenía ningún tipo de remuneración. Y yo paralelamente tenía que trabajar en una oficina común y corriente, y acostarme a las tres o cuatro de la mañana todos los días y estar en mi oficina a las ocho y media, nueve para trabajar normalmente. Y seguir la rutina en la noche. Porque además ninguna productora, se entiende lo que son las productoras donde están los grandes equipos, las cámaras, nos permitía trabajar de día, sino que en la noche. Y también yo creo que ahí había un tema económico de por medio que teníamos muy escasos recursos. Así que esa vez, como fue noticia en todos los medios de comunicación, en todo, yo fui un hombre público. 

Y en ese entonces yo trabajaba en una agencia de publicidad que era líder acá en el país y yo era el responsable de llevar las principales cuentas en ese entonces. Obviamente mi trabajo era clandestino. Los dueños, las empresas, son los grandes conglomerados empresariales del país y obviamente eran todos de derecha y favorables al régimen. Entonces fue muy notable la experiencia. Primero porque la mayoría de los clientes reclamaron al dueño de la empresa, Juan José Barceló, un tipo también de derecha, pero bastante moderado, Opus Dei, de hecho. Y obviamente también fue una gran sorpresa. Pero él ya había. Yo ya había. Yo ya me había abierto con él en una circunstancia también muy especial, porque yo aprovechaba mis horas de almuerzos para dormir y yo dormía en mi oficina y tenía una oficina sola como ésta. Y tenía un escritorio grande. Y un poco más grande, y yo dormía aquí, escondido acá, que nadie me viera. Y Juanjo, que era el dueño, muchas veces me venía a invitarme a almorzar. Y un día yo estaba durmiendo ahí abajo, evidentemente. Y él se sienta para dejarme una nota: “Pancho te vine a buscar para que almorcemos, huevón, ¿donde estái?” Inconscientemente me patea. Yo despierto. Nos sentamos en una oficina similar a ésta. Yo le dije, Juanjo, siéntate, tengo que hablar contigo. Porque si te veo cansado ese día, has decaído. ¿Qué te pasa? Y le cuento. Y ya estaba en boga el éxito de la campaña del no, la verdad, el éxito de la. Por lo tanto, él como comunicador y publicista dijo, mira Pancho, yo respeto tu idea, yo te tengo el mayor aprecio, eres mi hombre de confianza en la compañía, tú diriges el área de cuentas. En fin. Pero esto, evidentemente, mantengámoslo en silencio, en secreto. Porque si no nos van a afectar a todos nuestros clientes. Así que él ya era cómplice de la situación. Me dijo huevón, llega a las nueve y media cuando podáis. Y si podía avisai que está enfermo, llegai al mediodía. En fin, pero me dio todo tipo de facilidades. Con mucho orgullo ya de ser parte del equipo de una, de una acción comunicacional que era muy potente de un modo. Obviamente no me lo dijo, pero pensaba que prestigiada en ese ámbito a la, a la empresa. Pero se dio ese día que rechazaron el capítulo y yo salí en todos los medios y empezaron a llamar los clientes uno a uno a Juanjo. Para decirle “huevón, cómo se te ocurre tener un comunista metido si sabes que él al lleva hacer los planes estratégicos de la empresa” Que se yo, “si llegan a ganar los comunistas nos van a…”. Fue un rechazo total. Todos, amigos míos, o sea, amigos, una relación de confianza. Efectivamente, era una gran empresa a la que yo estaba y yo humildemente ejercía bien mi labor. Y por mi carácter y personalidad era, era muy, era muy fácil que generara complicidades con mis clientes. Con muchos de ellos viajé, fui a hacer producciones fuera de Chile, spots, comerciales con otros, fui a congresos a Europa, en fin, era muy bien. Pero todos no querían al comunista alli en su base. Ah, y Juanjo también. El dueño de la empresa me dijo Pancho bueno, él fue a cada uno de los directores y dijo “señores, ustedes saben de que posición soy yo no solamente política sino que religiosa. Pero evalúenme a Celedón en su calidad de profesional, no en lo que él piense. El dio las explicaciones, nos las quitaron la cuenta y obviamente yo pasé a un segundo plano en el manejo a los clientes que yo tenía. Así que esa fue mi experiencia fundamentalmente y pertenecer al comando del No propiamente tal. 

Eso. Fue un momento yo te diría de mucha, de mucha fraternidad, de mucha fraternidad emotiva, de un sueño, no? Porque tampoco nosotros éramos yo, cuando fue el golpe tenía 16, 17 años, no habíamos tenido una, yo fui un dirigente estudiantil, no habíamos tenido una experiencia política relevante. Por lo tanto, mucha de la gente que alli participaba no había participado activamente de una vida democrática en madurez, por lo menos. Así que fue una lucha por un sueño, efectivamente. Estos sueños que hoy día, lamentablemente por la evolución del universo a ser, fallecieron varios, digamos, hay pocos motivos no ciertos como ése. Por eso yo te decía al principio que esta es una experiencia irrepetible, porque esto efectivamente cambió el eje de la historia de nuestro país 

Y humildemente uno fue un soldado más de eso. De mucho de algunos que cayeron y que dieron la vida, digamos. Así que si tú me tratas de llevar a lo que fue el 5 de octubre del 88, yo te diría que fue un día de mucha ansiedad, de mucha incertidumbre, más de la que ya hemos vivido toda la época. Yo salí de casa temprano. Me tocó ir a diferentes puntos de votación. Me acuerdo. Yo ya estaba casado y ya tenía un hijo, y la Valentina también era muy guaguita debe haber tenido meses, es mi segunda hija de ese matrimonio. Y yo creo que fui a almorzar a mi casa y regresé al comando del No, que estaba ahí, estaba ahí, en La 

Alameda, al frente del edificio de Diego Portales en esa época. Hoy día, Gabriela Mistral. Y estuvimos, gran, el resto de la tarde y hubo momentos, muy, de mucha tensión porque nos cortaron la luz. Y aislaron el comando, la sede del comando, obviamente había actuó Genaro, en fin, los líderes de esa época y exigimos explicaciones. Denunciamos el hecho más bien internacionalmente que localmente, y fue un momento de extremada extremada atención, porque por todo lo que significaba y además estábamos rodeados policialmente. En fin, el hecho habrá durado dos o tres horas, no me acuerdo con precisión. Y después, se volvió la luz, la electricidad, la energía. 

Y finalmente la recomendación de ese día fue que nos vayamos a nuestras casa cerca de la media noche. Y ahí vimos ya las declaraciones del general Matthei entrando a la moneda que Pinochet había convocado. Por lo tanto, la fiesta propiamente tal fue al día siguiente y ahí fue el 6 de octubre en la Alameda. Fue la gran fiesta de la ciudadanía. Va a celebrar. Yo te diría que ese fue el momento en que supimos que realmente habíamos vencido, porque la noche anterior era una gran incertidumbre, de muchos rumores. Nosotros ya teníamos los resultados nuestros, que fueron muy cercanos a los verdaderos. Pero no sabíamos si este iba a ser reconocido o no. Eso yo te diría que el 5 de octubre lo hicimos, fue un día más de trabajo y de mucha tensión, y yo te diría que ese día terminó con un cierto grado de esperanza, pero envuelto en una gran incertidumbre. Y la verdadera fiesta fue el 6. Cuando ya era reconocido y marchamos por la Alameda. En fin.