Inicio / Testimonios / Gelly Walker

Gelly Walker

Yo ya estuve varios años en Chile y estuve por dos años como directora creativa de Walter Thompson. Hice otros dos años más en Walter Thompson, y después abrí mi propia agencia que se llamaba SoCat Morrison Walker. Y ahí yo seguí como creativa. O sea, ya la agencia creció. Walter Thompson en esa época fue la número uno, después decayó mucho. Y nosotros tuvimos una agencia chilena muy exitosa y entonces todo el trabajo creativo se conocía y bueno, lo que pasa es que todos mis amigos que yo iba haciendo entre creativos y los que hacían cine y los que hacían fotos como Pedro o los que hacían música como Jaime de Aguirre, que todos hoy son grandes nombres, pero sus primeros trabajos lo hicieron conmigo porque no había trabajo. Entonces yo fui dándole trabajo desde Walter Thompson de Emergencia, en la agencia mucha gente que después se hizo conocida en publicidad. Y entonces esos eran mis amigos. Y ahí me invitaron como creativa a trabajar en la campaña del NO. Mis socios trabajaban en la campaña del Sí, que era como todo; se sabía, los ejecutivos y los hombres de empresas y todos ellos estaban 100 por ciento con Pinochet. Yo tuve que decir que no, porque había firmado ese papel que decía en la época de Pinochet, de extranjeros que se radicaron aquí tenían que firmar un papel específicamente que decía que no iban a participar en política y eso me sirvió para poder decir que no a la campaña del Sí y decir sí a la campaña del No, pero clandestina, sin que se supiera. 

Entonces trabajamos muchos sin que se supiera, porque podrías perder el trabajo, yo perdía todos mi clientes, mi socios, todo y me hubieran echado. Y yo me acuerdo de las primeras reuniones. Se hicieron en un lugar que prestaron unos curas, también en la costa, cerca de Santo Domingo. Y lo que pasa es que cuando íbamos ahí, en fin de semana, se podía. Yo me quedaba en la noche y todo esto se podía y trabajamos ahí. Y después se encargaron estudios de mercado y distintas cosas y nos reuníamos cuando podíamos hasta que salió la idea, qué es un poco el espíritu de la campaña No. Que yo, a pesar de todos lo que se lo atribuyen, yo le doy más crédito a dos personas que son brillantes, que son Jaime de Aguirre y Eugenio García. Y yo te diría que la primera línea y la primera apunta que salió fue de ellos. Acá hay un trabajo de grupo y todo pero las primeras cosas que tuvieron forma fueron de ahí, que básicamente es la música, el “vamos a decir que No”, y toda las cosas de dar calma, ese espíritu de tranquilizar que fue muy bien recogido, que venía de las encuestas, pero los creativos que más input le dieron, fueron ellos dos. Bueno, yo también trabajaba con ellos, pero yo reconozco que ellos tenían mucho más conocimiento del vivencial, de la vida, que yo, y eso era bueno. Ahora después se empezaron a hacer distintas piezas, trabajó toda la gente de cine prácticamente. Yo me acuerdo porque escuchaba los comentarios que la campaña del Sí, les costó juntar creativos a los que le pagaron una fortuna que eran más bien mercenarios. 

Ahí había otro argentino trabajando y que ganó la plata de su vida. Yo creo que no necesitó trabajar más después de eso, porque a ellos sí había que pagarles. Yo me acuerdo porque ellos trabajaban con helicóptero para filmar, llenaban el Estadio Nacional y daban vuelta con helicóptero y decían esto es pura plata. Pero las ideas no eran buenas y eran una amenaza. Era esa mano fuerte que tenía Pinochet y que en realidad aterrorizó a la gente. Porque, así como lo nuestro es decir que no era más alegría, la alegría ya viene. Y era como suave, light, un poco más como la campaña de Coca Cola que otra cosa. La otra era una amenaza que si viene, era a ver; ahí era época de blancos y negros y era o el comunismo o la empresa, o estar bien y el desarrollo y todo el bienestar. Y esas, esas dicotomías nunca funcionan bien, porque la gente que no está bien siente que estaría mucho mejor desde el otro lado. ¿Me entiende? Te llevan naturalmente a eso. Y el tranquilizar el hecho de poner la rayita en el No, fue tranquilizadora y venía con un arco iris y la alegría ya viene, cosa que después sacaron en cara que no era para tanto. Pero el otro era amenazador, realmente era malo. Y así demostraban a la oposición como gente mala, mala, mala. 

Y bueno, después se trabajó en varias cosas, pues se trabajaba en una casa, en la calle, en el golf, que nos quedamos hasta tarde porque yo sólo podía ir después del trabajo. Seis y media, siete, siete y media. Y ahí otra vez el crédito para dos comisarios que representaban los partidos, un poco más de izquierda y un poco más de centro. Que uno era Juan Gabriel Valdés, actual embajador en Estados Unidos y otro Patricio Silva, recordada persona amoroso y era demócrata cristiano y después con el primer gobierno de Aylwin, fue embajador también en Estados Unidos. Eran medidos, eran ellos, eran un poquitito los que tenían que tomar el trabajo nuestro y llevar, eran como el mediador con los partidos políticos que tampoco entendían mucho de comunicación. Tienes que entender que antes el país era mirándolo, los clientes no entienden hoy y no van a entender nunca a un creativo, a uno que quiere. No entienden a veces el espíritu hasta que está hecho. Y después había una persona que armó todo el material y que se quedaba hasta cualquier hora armando todas las películas que el Ignacio Agüero, otro que tampoco lo mencionan hoy, un gran documentalista, pero gran, gran en serio. Y él armó todas, todas las piezas de la campaña. Por eso, eso de la película es una especie de fantasía que a mí me da nervio. Nadie era como ese personaje que hizo el mexicano. Nadie era así, éramos bien aterrizados, bien con los pies en la tierra, bueno, en fin, ya éramos grandes, no éramos tan chicos, no jugueteamos. 

Bien. Y bueno, mucha discusión, cada pieza que se hacía después, una que sí, que siempre había gente que trataba de poner una cosa más de discusión, de pelea y todo y había otros que tratábamos de gestionar y negociar que esto fuera amable porque no podía haber ninguna piedra que se pusiera. Ya se había pasado demasiado mal como para poder. Nosotros teníamos que hablar bien de nosotros y no mal de ellos. Sólo se leía la maldad se lee sola. Entonces, claro, en algunas cosas hubo discusiones, siempre había gente que filmaba por su cuenta y traía, había que decirle que no, que había que arreglar cosas. Pero yo te diría que fue una gran experiencia, que no logré disfrutar el día 5 ni en la noche ni nada, porque, bueno, yo tengo un antecedente ya de Argentina, haberlo pasado muy mal y mi hijo me pidió por favor no salgas porque era riesgoso hasta eso. Imaginate que estaban en los cómputos y Pinochet se negaba a recibir la cosa de que estaba perdiendo. Y hubo horas de estar esperando a ver si se asumía o no, pues nosotros teníamos indicadores de que se iban, que iba bien. O el festejo, fueron a mi casa de mucha alegría y al día siguiente sí que fue maravilloso. Mira, me acuerdo de una cosa tan divertida por la Alameda la gente iba y les llevaba flores [a los pacos] porque estaba puesta los pacos igual que siempre, con sus zorrillos, con sus guanacos grandes que tiraban agua y todo eso. Pero algunos que alborotaban con Ahumada tiraron agua y después se quedaron tranquilos y la gente caminaba hacia ellos con las manos arriba y le daban flores. Y eso fue maravilloso.