Tengo recuerdos de los días antes, de los meses antes y también del día mismo del plebiscito. Yo tenía en ese tiempo,76, 86, tenía 13 años. Estaba en el colegio. Y, yo estudiaba en un colegio que estaba absolutamente fuera de la política, te podría decir, vivía en un micromundo fuera. Son unos colegios que se llaman colegios Waldorf. Llegó una enseñanza, o sea distinta la educación tradicional y con unos colegios que están aislados. En este caso mi colegio estaba aislado fuera de Santiago. Vivíamos como una especie de granja y lo único que me llamaba la atención, digamos, de este mundo de aislamiento, donde no tuve de parte de los profesores, yo te diría influencias políticas, de hecho. Era que había una foto de Pinochet en la oficina, digamos, de la dirección, y eso me explicaron ellos que era porque era una, era una obligación. Tenía compañeros de izquierda, tenía compañeros que vivían en Peñalolen, gente combativa. Pero la verdad es que mi vida había transitado sin una influencia política muy fuerte, porque en mi casa no se hablaba mucho de política. A pesar de que mi mamá tenía una postura, tiene todavía una postura muy a la izquierda, digamos, más a la izquierda que a mí, que mi postura. Por el lado de su mamá, mi abuela también era gente de izquierda. Sin embargo, el papá de mi mamá era de derecha y mi propio papá yo te diría que era de centro derecha.
En ese tiempo no se conocían muchas de las violaciones a los derechos humanos. Yo te diría que a él, yo no me lo recuerdo ni por el sí ni tampoco por el no. Pero sí me acuerdo el día del del plebiscito, que fue un día de mucha felicidad y de haber salido con mi mamá y con mi tía en auto a la Plaza Italia a celebrar. Y ahí como ver esta algarabía de la gente, digamos, festejando. Y fue un momento muy, muy emocionante. También me vi la franja del No y del Sí, y por una cuestión casi natural me fui identificando también con el No en la misma, a través de la misma franja, digamos, porque, la franja del No era una franja que era como inclusiva, solidaria, etc. la otra era de pelea como de guerras y como que era muy violenta, muy militarizada, etc. Y a pesar de este cambio de look que le hicieron a Pinochet, digamos que lo transformaron desde el general a un abuelito con suéter que tomaba niños en brazos. Yo siento que hubo un fracaso ahí, un fracaso comunicacional también de parte de la gente que asumió la franja del sí, porque a los indecisos no fueron capaces de convencerlos. Eso me acuerdo del período previo al plebiscito, antes, digamos, mucha represión, tengo muchos recuerdos de susto, de miedo, digamos en la dictadura de muchas cosas que hizo la dictadura, digamos, que servían, ahora de grande, uno las va entendiendo en el momento la recibían como miedo nomás, como cuando mataron al niño de apellido Anfruns, que era un niño que podía ser como yo.
No me acuerdo si vivía en Las Condes o en La Reina. Yo vivía en Las Condes también, digamos, y era como los papás se lo tomaron, como que le podía pasar a cualquiera porque habían atacado a un niño de una comuna acomodada, lo habían asesinado, lo habían hecho pedazos y lo habían dejado tirado ahí. Entonces fue algo muy extraño. Me acuerdo que gente por ejemplo, con la cual yo tenía confianza como el lechero o antes traía la leche con unos carritos a la casa y a veces pasaban unos panaderos también gente con las cuales yo conversaba, ya no podía conversar. Me acuerdo también de los toques de queda, de todo eso para mí, una en una época en general, la dictadura de mucho miedo, de mucha opresión. Y la sentía tanto en mi familia como en el mundo externo, cuando yo lo habitaba, cuando salía a la calle solamente salvado, en gran medida te diría por este colegio en el cual estudié, donde, por ejemplo, nunca me pasaron una historia de Chile. Yo no sabía lo que era la historia de Chile y cómo estaban adoctrinando a otros niños acá en Chile respecto del heroísmo, por ejemplo, de la Junta Militar. A mí me pasaba en ese tiempo mitología romana, mitología griega, los Nibelungo, ese tipo de cosas.
Entonces salí del colegio de Giordano Bruno y entré a otro colegio cuando ya la transición estaba comenzando el año 90, 91. Entonces el punto de vista educativo me salté todo ese proceso. Era un colegio, nada que ver. Era un colegio con, yo iba sin ropa, sin, digamos, uniforme. Nunca me pasaron una lista. Era unas salas preciosas. Tenía clases de música con profesores de la Filarmónica. Era ese como , el ambiente. Te elegían un instrumento según tu carácter. Habían compañeros que estudiaban chelo, otros violín, otros piano y así digamos. Y pasé a un colegio ultracatólico, ultraconservador, solo de hombre con uniforme, digamos, donde muchos de los estudiantes sabían mucho más que yo de historia, de matemática y en cuestiones artísticas, por ejemplo, que a mí me habían desarrollado, yo sabía mucho más. Entonces había una dificultad y comunicacional para poder relacionarnos. Entonces me costó mucho adaptarme a esa, a esa educación y viví todo este proceso de la transición. Muchos sin rumbo, te diría, tratando de sobrevivir en un colegio donde era muy complicada la supervivencia. Muy violento, digamos, muy violento todo de parte de los profesores y como reflejo de parte también de los estudiantes. Evidentemente,fue muy difícil adaptarse. Nunca logré motivarme dentro del colegio. En primero medio me fue relativamente bien porque me esforcé mucho por anivelarme, pero ya cuando me di cuenta de que no tenía sentido la educación que me estaban impartiendo el segundo, tercero, fui un alumno muy rebelde con los profesores, pasé siempre condicional con los papás también.
Me metieron en ese colegio también por un poco de preocupación, porque ellos estaban separados y no pensaron bien en qué colegio meterme. Entonces yo quedé medio cautivo ahí. Mi papá consiguió este colegio porque conocía al director, no me acuerdo a quién, al director conocía y me lograron meter en este colegio porque entrar del Giordano Bruno a otro colegio tampoco era fácil, por lo que te digo, porque había mucha diferencia en las enseñanzas. En ese período entonces, segundo y tercero medio fueron cursos para mi donde yo fui muy rebelde, donde me fue muy mal. Después llegué a cuarto medio y no fui a clase. Me escapé muchas veces y repetí por inasistencia. Finalmente, porque no cumplía con el mínimo de asistencia que exige el Ministerio de Educación para poder pasar los cursos. Y lo hice a propósito. Así que me quedé repitiendo cuarto medio y después de eso tuve una, mi papá, me tomó y me cortó la fuentes de ingreso, digamos, el dinero, todas esas cosas y ahí me fue muy bien en el colegio. La mano dura sirvió en mi caso y me fue muy bien en el colegio y por primera vez saqué un promedio notable en el colegio, digamos, y salí con honores de esa, de ese curso, de ese cuarto medio que repetí.
Entonces de todos mis compañeros, me agarraban para el chuleteo porque había sido toda la vida un alumno porro. Y de repente un año me transformé en un mateo del curso. Después pasó un año, di una prueba buena, pero mi papá quería que diera una prueba extraordinariamente buena para poder elegir, lo que él quería que yo eligiera, medicina. Entonces me empezó a enseñar, adoctrinar, porque él es doctor. Entonces me empezó a adoctrinar en la prueba de, específica de biología y estudiaba muy poco porque tenía muy poco tiempo, yo estaba muy atrasado, tenía que sacar muy buen promedio en el colegio y además estar preparado para la prueba de aptitud académica. Y la verdad es que no había hecho nada durante los cuatro años de enseñanza media, entonces tuve que hacer todo apretado. Entonces me fue muy bien en el colegio, pero la prueba aptitud académica no me fue bien. Solamente tuve como 50 puntos de poder entrar a Medicina donde quería él, que me estaba enseñando. Entonces él me dijo, sabes que Javier? Si tú te dedicas un año solo a estudiar para la aptitud academica, vas a entrar a lo que tú quieras. Y él quería que yo entrara a medicina. Justo ahí nos peleamos, nos peleamos y yo me puse a trabajar en un videoclub porque siempre me ha gustado el cine en un videoclub que existía. Los videoclub en este tiempo ya no existen, que estaba cerca a mi casa.
Yo vivía en Colón con Sebastián Elcano al lado del Balihai, que es un restaurante grande que hay. Ahí había un videoclub y me metí con un amigo que era amigo del colegio. Ninguno de los dos estaba en la universidad, había entrado y nos metimos a trabajar ahí. Y lo pasamos rebien, pero yo no me preparé de nuevo para la prueba aptitud académica, porque la verdad es que no me interesaba la medicina que me estaba proponiendo mi papá y nada me interesaba. Vieron esto? Nada me interesaba. Pensé hasta en trabajar nomás o estudiar una carrera técnica. No sé. No tenía ningún apetito, la verdad, como de hacer algo que para mí me llenara, no existía eso. Entonces di la aptitud académica o la PSU ya no me acuerdo y me fue más o menos bien. Digamos suficiente para entrar a cualquier universidad privada de las buenas, digamos como le digo, Portales, La Finis Terra, etc. Eh, pero no una universidad estatal y a mí me gusta, como me gustaba, me había gustado más el cinema, como todo esto, me gustaban escribir críticas de cine, pensé. Dije, algo que puedo hacer es escribir crítica de cine. Como me gusta analizar, me daba cuenta de que era capaz de analizar las películas, como me gustaba leer las críticas de cine, también. Iba mucho al cine Normandy, el cine arte me encantaba, etc. Entonces dije capaz que esto pueda ser lo que yo haga en un futuro.
Y entré a La Finis Terra, que era una universidad que queda cerca de mi casa. Esa es la verdad. No tuve ningún otro criterio, ni excelencia ni dije, oye esta universidad es súper buena. Tenía una primer hermana que estudiaba arquitectura y ella me dijo mira Javier, se que esta universidad es buena. Así que si me preguntas a mí, yo te diría que entraras ahí. Entonces hice la prueba porque había que hacer además una entrevista de ingreso. Hice una entrevista de ingreso con la directora de la carrera y ella me dijo altiro que sí, que me aceptaba la universidad y que fue muy cordial. Además yo estaba de vacaciones en el norte y me vine solo para acá a postular a esta universidad. Y ella fue muy cordial conmigo, incluso me ofreció plata si necesitaba para volverme en el bus o si necesitaba algo. Como que fue muy maternal. Entonces yo dije como eso lo valoré por sobre otras cosas, dije súper buena onda esta mujer. Así que me quedé en esa universidad, la verdad. Y eso fue. Y fui un mal alumno durante los dos primeros años de carrera. Me eché harto ramo, harto ramo, la verdad, y tampoco encontraba la motivación. Ya después, con el tiempo, tampoco me interesaba la crítica de cine. Y por ahí por tercer año puede ser. No estoy seguro si en segundo o en tercer año, esta misma señora que me había hecho la prueba de ingreso era la que hacía un curso que era periodismo informativo. Y ella, estando en clase, nos explicó que habían desbaratado un tiempo atrás una red de pedofilia en Europa y que cuando desbarataron la red de pedofilia habían caído desde periodistas, jueces, empresario, político, un montón de gente de distintos ámbitos, digamos, que hacían que pudiera funcionar esta red de especie como de tráfico sexual infantil. Y la verdad es que sentí mucho susto y una sensación de desprotección profunda pero profunda, profunda, profunda. Me quedé como medio traumado de que esas cosas pasaran porque pensé que no pasaban. Que pudiera haber tanta gente de distintos ámbitos que se supone que tienen que cuidar, no? Y que estuvieran vinculados para, digamos, vulnerar, atacar lo que tu queráis, digamos, a los niños, cachai? Que es como lo más básico y evidente que hay que cuidar, digamos, para que una sociedad pueda, digamos, tener una convivencia saludable. Entonces ahí me puse a estudiar. Y me dieron ganas de sacar la carrera y ahí me transformé de nuevo en un alumno excelente y saqué la carrera. Finalmente recuperé todos los cursos que había perdido y saqué la carrera en menos tiempo. Me apuré tanto, tenía tantas ganas de salir que la carrera duraba cinco años y la saqué en 4 años y medio. Me adelanté un semestre y me titulé con un semestre de anticipación y ahí entré a una revista de investigación 7 más 7, que era dirigida por Mónica González.
El papá de mi pareja en ese tiempo de mi ex pareja era uno de los dueños de la revista. Si era más cercana, una accionista, en realidad, un accionista minoritario y él permitió que me dieran permiso para hacer una práctica porque, no, ni siquiera recibían a estudiantes en práctica en esa revista. Y él hizo que me dieran esa oportunidad, pero oportunidad para hacer la práctica, nada más me dijo, para que aprenda un poco y entienda qué es lo que te gusta. Claro, el nivel era tan alto de estos periodistas, era pura estrellas, gente que aparecía en la televisión, la Mónica González, etcétera, y yo era nada. Entonces me obligaron a tener que de alguna forma tratar, aunque no lo pudiera, de elevar mucho mi nivel, digamos. Y ahí me topé una persona a la cual quiero mucho, que es amigo mío hasta el día de hoy, que es Juan Andrés Guzmán, que fue director del Clinic, fue editor de CP también, y él fue la persona que me tomó como su ayudante y me empezó a enseñar cómo funcionaba el arte del reportaje, del reportero en el reportaje y cómo conseguir fuentes, estrategia, etcétera. Y me fui transformando así en un reportero, en su reportero. Me pasó temas para conseguir cosas, digamos, y después de a poco me fui independizando. Así fue y me interesaban los temas infantiles, producto de lo que me había señalado esta señora, pero yo no tenía la, fe, por ahí, por ese tiempo.
Cuando yo estaba en la universidad. Esta red de pedofilia Paidós, yo no tenía la fuente de información como para poder cubrir algo así. No tenía la capacidad de encontrar una red de pedofilia y lograr eso. Si tenía capacidad, por ejemplo, para entrar a los hogares del Sename y empezar a identificar por qué estos niños, que eran en ese tiempo político como Moreira y otro Espina, querían endurecer las penas en contra de los menores que cometían delitos violentos, que ya eran altas y hacer más cárceles. Lo típico el discurso de la derecha para solucionar el tema de la delincuencia. Entonces yo me empecé a meter en las cárceles infantiles para entender un poco por qué ellos después eran tan violentos y claro, eran centros de reproducción de violencia, no era un centro de protección, sino que en el centro delictuales, donde los violaban, etc. estaba todo, digamos, se asesinaban entre ellos, etcétera. Entonces me empecé a especializar en eso, en meterme a hogares de menores de protección y contar desde adentro qué es lo que pasaba ahí y cómo los tíos, los gendarmes, etc. maltrataban, torturaban y esto era una historia. Digamos que además venía de larga data en los hogares de los niños, etc. Y como nadie ponía cuidado tampoco en cosas tan evidentes como el lugar donde se hacían estos hogares de menores que estaban aislados y el vínculo familiar ya era complejo y los ponían a cientos de kilómetros, entonces finalmente eran niños que habían abandonado a su suerte.
Entonces después, cuando salían a la calle, digamos, era más o menos fácil de predecir qué es lo que iban a hacer con sus vidas, o el respeto que ellos podían tener por la sociedad. Entonces empecé a especializarme en eso y en una ocasión entré a un hogar de menores. Esto lo conté en un libro en “El Despertar de los Cuervos”, creo. Entré a un hogar de menores que se llamaba El Arrayán. Y, ahí, claro, también había maltrato, un montón de cuestiones y la gente que me dejaba entrar a estos lugares eran algunos funcionarios del Sename que querían que el modelo se modificara. Entonces, para mostrarme cómo funcionaba, me ayudaban a entrar. Por ese lado entraba yo. Y cuando llegué a este centro de menores del Arrayán, esta gente que trabajaba ahí encontraron en una oficina detrás de un closet, unos carnet de identidad, cuatro carnétes de identidad. Y esos carnétes ya se habían caído atrás del clóset y ese clóset no lo movían hace como 30 años. Es decir, pertenecía a la administración anterior antes de que el Sename llegara ahí. Y ese lugar, por eso supe que había sido Tres o Cuatro Álamos, que era un centro de detención y tortura muy importante. Entonces yo agarré estos nombres y empecé a ir por las agrupaciones de familiares de detenidos desaparecidos por el colegio, esperando que alguno de estos fueron detenidos, y desaparecidos. Un ejecutado y que hubiese sido un error de la policía política y que se les hubiera quedado este carné y era la prueba de que ellos los habían asesinado o los habian hecho desaparecer.
Si estos carnets correspondían al detenido, desaparecido era la prueba concreta de que ellos los habían hecho desaparecer. No logré esa verdad. Uno de ellos había sido torturado. Pero fue la forma en que me vinculé con la gente de los derechos humanos, de la dictadura. Así los conocí y yo estaba buscando un detenido desaparecido. En esa ocasión me acuerdo tenía bien poca vinculación con las violaciones a los derechos humanos y, como no encontré en estos carnet ningún detenido desaparecido, sino que solamente una víctima de tortura. Me sentí desilusionado. Entonces lo que publiqué fue uno de los cuatro carnets, perteneció a una víctima de tortura. Pero y escribí una nota cortita. Una de las personas que me ayudó con esto en el Code, porque es una organización de derechos humanos, de gente torturada o desaparecida, etc. que ayuda, digamos, a esta gente. Una de esas personas había sido torturada. Y me vio y me dijo todo está muy desilusionado porque encontraste solamente en tu carné de identidad una víctima de tortura. En ese momento ella no me dijo que ella había sido torturada. Yo le dije bueno, sí, la verdad es que estaba esperando otra cosa y ella me pasó un tomo de una causa judicial que se llama Tejas Verdes, que es un centro de tortura, que funcionó acá entre el 73 y principios 74, que era el lugar donde se creó la DINA.
Entonces yo ahí empecé a leer los testimonios de cómo habían torturado a la gente en este lugar. Y claro, yo no tenía idea lo que era la tortura realmente. Entonces me sentí muy avergonzado de mi posición original, de haberme sentido defraudado por no haber encontrado una y solamente haber encontrado el carné de una víctima de tortura que para mí era como algo de segunda clase. Entonces empecé a leer esto. Claro, y las cosas, yo nunca había leído nada igual, la verdad, en mi vida. Las cosas que le hacían a las personas era una cosa indescriptible. La escribí después con el tiempo y fui a conocer a la gente que le hicieron eso, después en Tejas Verdes, en San Antonio. Pero sentí mucha vergüenza, mucha rabia, mucha impotencia y caí en un estado como de como de depresión. Después de leer esto. Creo que nunca me había sentido así y eso me dio la fuerza también después, de la rabia necesaria, como para poder investigar todo esto y empezar a averiguar sobre esto. Y paralelamente ya me había ido del Sistema 7. Estaba yo colaborando con el Clinic, donde estaba Juan Andrés Guzmán dirigiéndolo y además estaba colaborando con La Nación Domingo, que era otro medio de los dos lugares.
Entonces empecé cada dia a trabajar mas Nacion Domingo y empecé a vender cada vez más temas de violación a los derechos humanos y empecé cada vez a investigar más. Primero, desde lo más simple hasta me empezar a meterme en las operaciones más complejas. Ya pasado un tiempo. Me empezó a consumir todo el tiempo esto. De fondo es que sentía que había una herida muy grande en el país, una herida muy grande y sentía como una injusticia muy grande con la gente que había vivido la violaciónes de los derechos humanos y con los familiares también. Y con la generación que correspondía la mía, con los hijos y con los nietos. Encontraba difícil que pudiéramos avanzar hacia algún lado, si es que no nos hacíamos cargo de la historia reciente que teníamos. Entonces, de alguna forma sentía con cada reportaje que yo escribía que era un pedazo de reparación que no estaba haciendo la justicia, porque la justicia tampoco se estaba haciendo mucho cargo. O sea, la gente se estaba muriendo porque era un proceso eterno. Eran violaciones de los derechos humanos que habían sucedido el año 73, estábamos en el año 2005, 83, 93, 2003, habían pasado 32 años. La gente cuando la torturan o viven estos procesos complejos, muchas veces viven menos, ademas, porque les dejan los órganos, digamos malo por las torturas, etc. Entonces tampoco hay gente, la que me ha tocado a mí ver es que tenga una tasa de vida muy, muy amplia, muy larga.
Entonces me angustiaba mucho que se fueran y que se fueran con la sensación de que su país no les había hecho justicia porque le habían violado los derechos humanos, su propio país, las autoridades, independiente de lo que pensaran, digamos. Hoy día podemos discutir si el marxismo era o no la vía, que eran también violento, que quizá habrían matado gente si hubieran llegado al poder. Es cierto, mucho de eso y quizá es cierto, pero eso no quiere decir que en nombre de eso tú te des el permiso como país, como Estado, como gobierno, para matar a esa gente y para hacerla desaparecer y para terminarla, digamos. Son ciudadanos también. Y eso no estaba. Estaba todavía esta polarización de que bueno, a ellos les pasó eso porque? Porque eran marxistas y a los marxistas, tú sabes lo que, Stalin y Lenin y Alemania y todos esos discursos, digamos políticos. Y es muy violento eso digamos muy violento, que venga desde el propio aparato estatal, incluso, incluso en el en el diario. Cuando llegué el año 2005 y empecé a publicar todos estos temas, el propio director del diario me dijo que por orden del gobierno a mí me tocó el primer gobierno de la Bachelet o la última parte de Ricardo, Lagos, me dijo que, como proyecto de país íbamos a dejar de escribir temas de Derechos Humanos.
Porque ya se hizo mucho, Javier, me dijo. Ya se ha hecho mucho y sabes que? La gente está cansada con esta cantinela de el dolor y la cuestión, así que vamos a empezar a cerrar. Entonces tú, Javier, empieza a pensar en reinventarte. A darle otro lado, yo recién estaba con todo el ímpetu y con toda la fuerza de esta cuestión y viendo cómo lo que sucedía en Tribunales cuando la gente iba a tirarle piedras y cuestiones, cuando cayó detenido el Mamo Contreras. Entonces fue muy fuerte, también tiene que luchar contra la dirección de mi propio diario, donde yo había llegado recién. Y para hacerlo tuve que, reinventarme en alguna medida. Empezar a cubrir temas sobre empresarios corruptos tipo Sebastián Piñera, digamos, el Presidente de la República y muchos otros, y empezar a meter de a poco de nuevo los temas de derechos humanos, pero en menor cantidad. Ya no podía yo dedicarme exclusivamente a los derechos humanos, tenía que tener este lado medio escondido y por ahí ir lanzando uno que otro. Y en el diario se dieron cuenta que esos temas que yo escribía finalmente eran los que más leían, porque el público de la Nación Domingo era la gente, los retornados, los familiares, tenía desaparecidos y era el único medio que que cubría eso de forma seria. Entonces fue una batalla que fui ganando y perdiendo durante muchos años. O sea, fue una guerra que fui ganando y perdiendo, que costó de muchas batallas y que algunas gané y otras perdí referente a eso.