No había alguien que venía y nos decía: “oye, hay que preocuparse de hacer un chiste sobre esto, sobre esto otro”. Yo no recuerdo que me hayan dicho nada. Improvisábamos dentro de un esquema estratégico. Y yo no recuerdo haber tenido miedo jamás. Pero para nada. No, trabajábamos como si fuera una campaña de jabón. Así, con esa soltura.