Le entregó mi pasaporte a la jefa de cabina y le dijo: “Este pasaporte usted lo tiene que retener hasta que el avión haya cerrado las puertas y esté a punto de despegar” […]. Luego empezó a subir la gente y todo el mundo me miraba como si yo fuera un deportado, un criminal, o no sé qué cosa. Tampoco me preocupó mucho