En ese minuto, cuando viene el plebiscito del 88 y gana el triunfo del NO, y cuando se produce, por así decirlo, el estallido general, decidimos […] que era como el momento de tener hijos, de criar quizá, de atreverse a trascender en ese aspecto. No había ya el miedo, o más bien se quitaba el miedo, se quitaba la barrera esa que tenía cada uno de nosotros en ese minuto en Chile para expandir la familia o criar una familia, ¿cierto? Había una cosa de que el plebiscito o el resultado del plebiscito permitía a cada uno pensar su vida de una manera normal, o de una manera más normal, de lo que había sido hasta entonces.