Juan Gabriel Valdés

Me acuerdo de una periodista famosa muy cercana al Partido Comunista que me abrazó esa noche y me dijo: “Ustedes tenían razón”. Lo que fue suficiente para mostrar de que aquellos amigos míos que habían dicho que el plebiscito necesariamente iba a ser un fraude, que no teníamos ninguna posibilidad de ganar, estaban reconociendo que se habían equivocado.

Transcripción

Mi trabajo en el plebiscito del año 88 fue coordinar la campaña de televisión del No y por lo tanto estuve involucrado de una manera intensa, como nunca he estado más en mi vida en un tema día y noche durante 20 días. Pero ya había comenzado este trabajo meses antes. Por lo tanto, el tema del del programa de televisión, me ocupó de tal manera y tuve tal obsesión con el desarrollo de ese proceso que el momento que se terminó, quedamos con una sensación de postparto, o sea, de una suerte como de depresión, porque no seguía el programa. Y esto fue el día antes del plebiscito y nosotros por la concentración que teníamos en el programa, solo teníamos la información que convenía al programa. No sabíamos bien tampoco de las otras cosas que se habían hecho y que eran tan importante para que el plebiscito tuviera éxito, como el control electoral, la movilización del electorado, la actitud, el trabajo de los partidos, que fue fundamental para que la gente se movilizara y lográramos volver a inscribir a millones de personas en los registros electorales. Por lo tanto, recuerdo que la noche antes del plebiscito. Era un fin de fiesta. Para nosotros ya habíamos ganado porque el programa del No había sido demasiado superior al programa del Sí. Esto era reconocido como un hecho evidente por toda la gente. El programa del no, a nuestro juicio, había logrado movilizar a la gente y darle entusiasmo. A la gente le gustaba participar de ese proceso de, de visión del programa y por lo tanto también de participar en el plebiscito. Por lo tanto, esa noche estuvimos con amigos extranjeros que visitaban Chile y me acuerdo muy bien de Ana Belén y de Víctor Manuel, los cantantes y músicos españoles que nos acompañaban viendo los últimos programas tanto del Sí como el No y cerrando este proceso. Fue la noche en que hubo un apagón de la luz en Santiago y que muchos de nuestros amigos, y particularmente los españoles, pensaron que esto era un atentado y que esto era una, era el inicio de un golpe militar. Yo nunca pensé que eso era posible. Me daba la impresión de que se había construido un tipo de fuerza social de tal magnitud que era muy difícil que los militares se atrevieran a ir en contra de ese espíritu popular que expresaba el programa del No y que se expresaba con una suerte de o con una especie de transgresión. Nosotros habíamos sido transgresores y habíamos logrado hacerlo. Por lo tanto, retroceder a los tiempos del 76, 77, 78, a los tiempos del terror, requería de un nivel de violencia y de brutalidad de parte de la dictadura que no me parecía posible de implementar.

Por lo tanto, al día siguiente yo fui a votar en la mañana a un liceo en Ñuñoa. Creo haber ido con mis hijos. Que no tenían edad de votar y luego de votar en Ñuñoa, donde vi ese espíritu clásico de las elecciones antiguas chilenas en las cuales la gente parece concurrir,a un ritual perfectamente estructurado y ordenado, en el cual la gente guarda silencio, la gente no hace manifestaciones en las colas de votación y la gente entiende de que está frente a una tarea de enorme importancia. Me reconfortó el ver a los chilenos votando y sentí nuevamente esta seguridad de que nosotros íbamos a ganar. Volví, me fui al centro a ver a Gonzalo Martner, mi amigo, que estaba coordinando todo el proceso de verificación de votos y de control del proceso electoral. Estuve con ellos y con la gente que estaba allí en los computadores y que estaba con los, con sentado en mesa. Que era un trabajo que nosotros ni entendíamos demasiado bien ni tenía mucho que ver con lo que habíamos hecho, pero me parecía necesario solidarizar y mantener ese espíritu de cuerpo que había en la gente que trabajábamos en el comando del No. Y luego, estuve con mi padre, Gabriel Valdés, con el cual almorzamos, conversamos, él había recorrido el país entero en esos días, había recién retornado a Santiago y estaba igual que todos nosotros esperando este resultado sin saber que podía pasar al día siguiente.

En la noche fui al comando. Estuve con Genaro y con toda la gente que estaba ahí. Nos dimos cuenta de que el subsecretario del Interior era incapaz de releer los resultados del plebiscito y por lo tanto estaban demorando. Pero más allá de tener una sensación de que esto podía ser algo grave, yo tenía la sensación de que ellos estaban muy confusos. Honestamente, no recuerdo haber tenido miedo ese día, salvo en el momento en que alguien dijo “Se están retirando los carabineros.” Y cuando comenzaron a retirarse los carabineros que cuidaban el hotel en el que estábamos en la Alameda, cuando empezó a pasar que nos quedamos solos y vimos que no había nadie. La sensación, claro que algunos tuvieron de que podrían aparecer Tanques en la noche, era algo posible. Pero yo creo haber hablado en algún momento de la tarde con Andrés Allamand o con alguno de los dirigentes de mi generación que estaban en el otro lado y que yo conocía. Y ellos tenían la sensación también de que el plebiscito se había acabado y que había ganado el No. Por lo tanto, repito, si bien era un ambiente muy tenso y con el conteo de votos se hacía con gran dedicación y concentración y la gente no quería ni siquiera mostrar optimismo porque tenía miedo de mostrar optimismo de alguna manera.

Yo tenía una sensación de tranquilidad. Me parecía que la presencia extranjera, los observadores internacionales, los periodistas internacionales que estaban en esa sala nos daban una garantía de tranquilidad. Por lo tanto, cuando los resultados empezaron a aparecer y se hizo evidente, y luego aparecieron los tres militares y Onofre Jarpa, el ministro del Interior, el antiguo ministro del Interior de Pinochet, diciendo el plebiscito lo ganó el No, y así lo dijo el general Stange, el General Matthei, perdón, y también lo dijo de alguna manera el almirante Merino. Bueno, era evidente que Pinochet no podía desconocer lo que había sucedido. Por lo tanto, estuvimos hasta tres o cuatro de la mañana celebrando. Particularmente cuando el Gobierno reconoció y fue un momento absolutamente único en la vida de uno. No hay dos lugares y dos momentos iguales a ese. Es muy difícil imaginar para mí otro momento de triunfo similar al de, al de, al de esa noche. Quizás el único que me viene a la cabeza es uno mucho anterior el año 67, cuando nosotros ocupamos la Universidad Católica como estudiantes y en la noche se nos comunicó que el rector había renunciado. Después de 20 días encerrado en esa universidad, se nombraba un civil y a un arquitecto y a una persona que nosotros queríamos como rector de la universidad. Y me acuerdo que cuando salimos a la Alameda. Es parecido a la noche que salimos a la Alameda después del plebiscito, en que sentimos una sensación de triunfo que es algo imposible de describir con palabras y que tiene que ver con una especie de alegría esencial y de optimismo esencial.

Al día siguiente vimos a la gente salir a la calle, abrazar a los carabineros, encontrarse el país como un país que podía soñar con aquello que habíamos anunciado en los programas de no como algo posible. Por lo tanto, no tengo mucho más recuerdos que eso. Recuerdo en la noche a Patricio Aylwin, a Ricardo Lagos, a Luis Maira y a todos los amigos abrazarse. Ahí había una masa de gente casi imposible estar cerca o abrazarse, sino abrazábamos todos. Me acuerdo de una periodista famosa, muy cercana al Partido Comunista, que me abrazó esa noche y me dijo Ustedes tenían razón. Lo que fue suficiente para mostrar de que aquellos amigos míos que habían dicho que el plebiscito necesariamente iba a ser un fraude, que no teníamos ninguna posibilidad de ganar y estaba reconociendo que se habían equivocado, lo que no deja de ser importante. Así que fue algo claro que quedará para siempre marcado en la vida de uno. Pero me vienen estos recuerdos por primera vez y pienso en el tema después de mucho tiempo y creo que eso fue.