Millaray Jopia

Al día siguiente todo el mundo celebraba. Todo el mundo se llamaba por teléfono. En esos tiempos no había celulares, entonces los teléfonos colapsaban de tanto llamarse, felicitarse. ¡Al fin, al fin! Mucha gente lloraba. Yo, todos lloramos. Yo creo, de emoción: de saber la junta al fin se iba a ir.