Mi colegio era mayoritariamente del SÍ, pero sí recuerdo con total claridad que hubo un debate […] y recuerdo muy bien que estaba dos cursos más arriba que yo Juan Diego Santa Cruz defendiendo al NO […]. Y yo quedé muy impresionado porque fue muy potente la forma en que defendió al NO. No sólo porque denunció la violación de los derechos humanos, sino porque hizo una distinción de lo que era una dictadura de una democracia, y el valor que tenía la democracia en sí misma. Porque defendió la democracia, más que atacar a Pinochet […]. Y vino a decir: Hay algo mucho mejor y más interesante que Pinochet, y es la democracia, y es la libertad, y es el debate público, y es el pensamiento crítico, y es la diversidad de opiniones, y es la competencia, y son los partidos políticos, y son las elecciones, y la gente decide, y los partidos compiten y las mejores ideas ganan.
Bueno, fue un día muy increíble y tengo conciencia que para millones de chilenos fue… fue un día impensado por el resultado. Sin embargo, yo vivía en una casa que votó por el Sí, y yo tenía trece o catorce años y había conocido un lado de la historia y por lo tanto no tenía tanta conciencia de lo profundo que significaba ese plebiscito y las consecuencias que iba a tener su resultado. Por lo tanto, siento que a diferencia a muchos otros chilenos, mi experiencia fue mas bien poco, es poco interesante o poco poderosa en relación a lo que vivieron muchos chilenos. Yo tenía bastante conciencia política y sabia que una cosa importante estaba en juego, y yo estuve mirando la televisión permanentemente y consciente de que el resultado era importante, pero mi intuición y lo que se comentaba, y yo escuchaba, era que iba a ganar el Sí y que Pinochet iba a mantenerse por ocho años más. Y yo nací el ‘74, o sea cuando yo nací, Pinochet ya estaba en poder y yo crecí en un mundo donde Pinochet siempre era el Presidente. Que siguiera ocho años más, entre comillas, era algo natural, por lo raro que suene. Es lo menos natural que hay pero era como eran las cosas.
Mi entorno, como era un entorno protegido en la cultura del Sí, en un colegio donde la mayoría estaba por el SÍ, un colegio de élite y muy de derecha. El colegio era mayoritariamente Sí pero sí recuerdo con total claridad, que hubo un debate de personas, porque habían muy pocos que estaban a favor del No. Habían personas a favor del No. Y recuerdo muy bien que, que estaba dos cursos más arriba que yo, Juan Diego Santa Cruz, defendiendo al No, hizo un debate frente a muchos estudiantes con alguien que defendió al Sí. Y yo quedé muy impresionado porque fue muy potente la forma en que defendió al No. No solo porque denunció la violación de los derechos humanos sino porque hizo una distinción de lo que era una dictadura de una democracia. Y el valor que tenía la democracia en sí misma. Porque defendió la democracia más que atacar a Pinochet. O sea dijo “No vengo solo a atacar a Pinochet”, obviamente le hablaba a un grupo de personas que les parecía que Pinochet estaba bien, por lo tanto fue inteligente y astuto y vino a decir: “hay algo mucho más interesante que Pinochet, y es la democracia, es la libertad, y es el debate público, del pensamiento crítico, y la diversidad de opiniones, y es la competencia, y son los partidos políticos, y son las elecciones, y la gente decide, y los partidos compiten, y las mejores ideas ganan.” Y eso a mi me marcó, el testimonio de Juan Diego Santa Cruz. Con el cual me encontré años después y tuve la conversación, y le recordé de ese hecho y él se acordaba también con emoción de lo que había sido su rol en ese debate, que no era fácil porque era una minoría. Una minoría en un entorno muy, muy de derecha. En un entorno que le parecía que el gobierno de Pinochet era un buen gobierno, eh, era todo, digamos, como razonable y natural.
Y si creo que la franja tuvo muchas veces contenidos que fueron muy impactantes. Por de pronto la denuncia de la violación a los derechos humanos, por pantalló abierta con bastante extension y eso generó muchos debates de si lo que decía la franja del No era cierto, no era cierto, y como yo recibía un lado de la historia, no era tan impactante digamos. Pero era parte de la burbuja que significaba vivir en el entorno digamos del Sí.
Y por supuesto, claro, por lo tanto fue un día intenso al ver las noticias, al seguir a los medios, y luego, la tensión que por televisión, empezamos a ver porque los resultados se empezaron a extender. Y lo que se suponía que iba a ocurrir en ciertos horarios no ocurría y la Moneda empezó a evitar dar declaraciones públicas y empezaron a llegar militares y personeros políticos a la moneda y todo esto se veía por televisión. Hasta que, bien tarde, y con muchas tensiones, fue un general, cierto, el General Matthei, el que dice “esto se perdió”, antes de que oficialmente los chilenos supiéramos por el propio gobierno que había ganado el No.” Entonces creo que la tarde fue realmente bien impresionante. Y a continuación vinieron, a través de la televisión, porque fue la forma en que yo vi esto, fiestas en las calles, celebración, y una ciudadanía que salió a ocupar todos los espacios en la Plaza Italia. Y bueno, vi imagines que son bien recordadas como el abrazo del chileno con el carabinero que era como, era el reencuentro de dos mundos que estuvieron divididos y que, producto de la dictadura, estuvieron quebrados, pero que ese día empezaban, entre comillas, sanarse una herida.
Yo tengo amigos que he hecho en la vida que recuerdan esa jornada como un hito que los cambio a ellos personalmente, que se fueron de fiesta por muchos días, que se drogaron, que hicieron el amor en la calle. Otros que lloraron porque sus familiares habían sido detenidos, desaparecidos. Con el tiempo, veo ese día y veo mi experiencia y siento que fue más bien naif, respecto de lo profundo que, en términos culturales y políticos, ha significado para el país. Y tal vez lo interesante es que he ido tomando conciencia con el tiempo de lo transformador que significó. Y de cómo un país, con un lápiz, fue capaz de sacar un dictador, cosa que en términos históricos es una situación muy excepcional. Y eso es bien potente.
En mi casa había impacto, sorpresa, confusión, y de a poco. Y de a poco creo, como muchos en el país, empezaron a preguntarse “bueno, ¿cómo se va a hacer esto?” y creo que lo importante fue el rol que jugaron los medios, el rol que jugó lo que hoy día conocemos como la Concertación, o sea, el grupo de partidos políticos de la oposición, que fue muy dialogante, que fue muy democrático, que el lenguaje fue muy pacifico. En vez de enrostrar el triunfo, cosa que se hizo, por supuesto, naturalmente se generó una conversación de cómo logramos una trancisión pacífica para tener nuevamente elecciones y como le damos una salida a Pinochet y a su gente. Entonces, fue como, del impacto luego a una conversación bastante razonable, entre comillas, imagínate la tensión y la presión que había, o sea era altísima, de mucho miedo, para de a poco ir dando señales de que la transición era posible, y que se podía hacer pacíficamente, y eso es bien potente.
Y también en una dimensión más anecdótica, con el tiempo, no deja de ser particular de que mis hermanos produjeran una película que de alguna manera era, siendo, por supuesto, ficción, relatara una mirada de lo que ocurrió en Chile en esa fecha, y que haya terminado resultando ser una historia que era contado al mundo, de alguna manera, obviamente, desde una ficción, y con una tesis particular, lo que ocurrió en Chile ese 5 de octubre de 1988.