Se podría resumir la, mi experiencia en relación al plebiscito como el hecho de vencer el miedo. El golpe fue cuando yo tenía 28 años. No? Y la experiencia del terror, de ver como matan a tus amigos, como, como tu mundo se desarma el mundo de las amistades, de las relaciones. Ese mundo desapareció para mí, porque eran todos de izquierda. Todos. Entonces o se fueron o los mataron. Y yo, a pesar de que me ofrecieron trabajo en México, en la televisión como iluminador, quise quedarme. Pero sufrí una forma distinta de tortura, que es una tortura psíquica, no? En que tú vives como adulto, vives aterrado, aterrado de perder la vida, porque a un cabo se le puede ocurrir que tú eres sospechoso y se acabó. Listo. Entonces, esa sensación de fragilidad y de impotencia, es muy fuerte. Entonces mi, más allá de las cosas que me pasaron directamente, como separarme de un hijo de tres años y medio que se fue con su mamá porque su mamá era periodista del diario El Siglo. Que fue mi primera esposa y estar seis meses sin saber donde estaban, porque salieron asilados a la embajada de Alemania, no a la embajada de Holanda, perdón. Pero nunca llegaron a Holanda y como la correspondencia está intervenida también no podían escribir y estuve seis meses sin saber donde estaba mi hijo.
Entonces todo eso era un cuadro muy doloroso y muy aterrador al mismo tiempo. Y luego, cuando vino el trabajo para la campaña del no, donde se juntó toda la gente que trabajaba en publicidad y en los mundos creativos a los cuales habían llegado por reducción, no? Porque no había otras posibilidades de trabajo y la publicidad era un terreno nuevo, abierto. Y ahí se refugió mucha gente de izquierda. Entonces nos conocíamos muchos. Y cuando apareció esta posibilidad de decir algo por primera vez, se abrió esta fuerza creativa enorme. Yo hacía comerciales con con Nacho Agüero. Y con otros: con Caiozzi, que se yo. Un grupo de gente que que trabajó por el no. Pero Nacho era cercano, es cercano, y me invitó a que hiciera la locución de dos o tres cosas, dos spots. Es muy preciso y el mensaje era muy, muy claro, no? “Sin odio, sin miedo. Sin violencia, vote No”. Y ese día grabé, y llegué a la casa y le comenté a mi mujer, sabes qué me pasó hoy día? Me saqué la bota de la cabeza. La bota militar de la cabeza. Perdí el miedo. Entonces, para mí el triunfo es personal, íntimo. Así que cuando vino el triunfo del No, por supuesto que yo estaba feliz, pero yo había sentido antes el triunfo, no? En otro nivel.

