Olivia Barraza

Fue bien bonita la franja. Yo creo que nos marcó a todos porque yo la veía, bueno, todos los días la veíamos y era siempre algo nuevo. Y a ti te da esperanza porque era bien alegre, entonces pucha, venía la alegría. Nosotros así nos reíamos porque había una parte que venía un hombre que venía caminando y nosotros decíamos: esa es la alegría que viene. Acá todas nos decíamos que llegue luego la alegría porque era un mino que salía caminando y nos reíamos con eso.

Transcripción

Fue bien bonita la franja. Yo creo que nos marcó a todos porque yo la veía, bueno, todos los días la veíamos y era siempre algo nuevo. Y a ti te daba esperanza porque era bien alegre, entonces pucha, venía la alegría. Nosotros así nos reíamos porque había una parte que venía un hombre que venía caminando y nosotros decíamos: esa es la alegría que viene. Acá todas nos decíamos que llegue luego la alegría porque era un mino que salía caminando y nos reíamos con eso.

Pero fue bien bonito. Yo creo que una de las cosas que marcó ahí también fue cuando salió Caszely. Cuando está la mamá hablando y nadie sabía. La mamá cuenta su historia, que ella la habían torturado y estaba detenida. Y de repente aparece Caszely y dice sí, porque todo esto que vivió, ella es mi mamá y quedamos así todo, “¡oye, Caszely!”, que era su mamá. Ella también había pasado por lo mismo.

Lo que recuerdo del, de ese día fue que, bueno, nos habíamos preparado como antes, nos enseñaron a votar porque nosotros nunca habíamos votado. Yo, al menos personalmente, no me había tocado la cuestión de votar. Había vivido toda mi niñez y juventud en dictadura, así que no. No había tenido el grato honor de ir a votar, de elegir. Y ese día nos levantamos como temprano, sí, estábamos preparados para ir a votar, nos arreglamos y todo. Yo me acuerdo que fui con mi hermana, con la Kela. Fuimos y había mucha gente, no como ahora que uno vota y no hay nadie. En ese tiempo estaba llena. Nos tocó un colegio más o menos relativamente cerca. Era en el callejón Lo Ovalle, el colegio, y fuimos. Bueno, y como que días antes uno cuidaba el carnet, que no se te fuera a perder porque era el voto. Si tu perdías tu carnet, perdías un voto. Así que como, y fuimos ese día a votar y el colegio, eran solo mujeres, habían puras mujeres. Había una fila enorme, hacía mucho calor. Me acuerdo que todas ahí tiraban sus tallas. Nosotras, de hecho, decíamos, “oye, si llega a ganar el No, hoy día apostamos, asi onda, salimos a la calle en pelotas si ganamos”. Así como, “¡ah ya¡ Vamos a ir a ver”. Y bueno, votamos, feliz, nos vinimos y, y era como ya la espera del recuento ese dia. Esperar que, y empieza el recuento que fue a conocer como a las seis de la tarde. No me acuerdo bien, pero ya en la tarde, empiezan a contar los votos y todo era Sí. Sí, Sí, Sí, Sí. ¡Qué raro! Y así como raro, bueno, uno igual dice uno vive aquí. A lo mejor nosotros votamos NO, pero pero la campaña igual decía otra cosa, porque uno donde iba, la campaña, era mucha gente a las campañas del No.

Y ese día empiezan, estaba el ministro, no me acuerdo en este momento cómo se llamaba. Y empezaron a dar por regiones y casi en todos gana el Si. Hasta que ya llega un momento, ya no sé, la 8 ya de la noche y ya todos achacados, tristes, así “nos, nos cagaron de nuevo!”. Porque había habido un plebiscito en el 80 y ahí también ahí fue un engaño. Ahí ganó el por, para la Constitución. Entonces dijimos, “puta, nos cagaron de nuevo, ya perdimos.” Y nosotros decíamos pucha, con tanta gente que venía de afuera, extranjero, ¿igual nos cagaron? ¿perdimos? Me acuerdo que mi vecina de acá al lado llegó llorando – la señora Laura – y abrazó a mi mamá. Le dijo, “nos cagaron, perdimos nuevamente. Este viejo mierda que nos cagó.” Y se puso a llorar. Mi mamá igual. Vi uno, igual como yo esperanzada, pero, en realidad, ya no tanto. El Juan en ese tiempo estaba en Argentina, se habían tenido que ir para allá. Y bueno, y era toda la esperanza de que ganaran y ellos pudieran volver. Estaban, habían varios, estaba mi hermano también, habían varios allá en Argentina. Y me acuerdo que mi mamá se fue a acostar. Sí, como no. Apagaron la tele y se fueron a acostar y no supimos.

Y después, más tarde, ya tarde, ya era de noche. Alguien vino, no me acuerdo quien empiezan a gritar, “Oye, ganó el No. Están reconociendo que ganó el No.” Ya. Y ahí empezamos a salir a la calle toda la gente. Se armó una marcha y salimos. Me acuerdo que me encontré con todos mis amigos – amigas porque mis amigos estaban todos afuera – y salimos a celebrar. Ese día fue emocionante y lloramos, celebramos. Fue bien bonito.

Después, al otro día, día de trabajo normal, yo trabajaba en el centro, en una tienda. Trabajaba de cajera y llegamos y todos contentos. O sea se notaba el tiro, el que había votado por el NO. Todos felices. Y se armó una marcha de improviso por la Alameda. Así que cerraron al final las tiendas. Yo me vine temprano. O sea, no me vine porque me fui a la marcha. Y era tan emocionante porque era la Alameda abierta. Ya, fue la marcha improvisada y con la Alameda Libre así. Los pacos no, no salieron a pegar, no llegó el guanaco, nada era así como la libertad. Y asi como que llegó de un día para otro. Así que fue como bien mágico, bonito. Eso me recuerda de aquel día.