Patricio Bañados
Como mi señora trabajaba en la Embajada de Holanda, ella había hablado con el embajador para que si las cosas se ponían muy muy terribles, yo pudiera saltar muralla e irme a la embajada […]. Él le dijo: “No me digas más. Ya lo sé. Tal vez Don Patricio venga a tomarse un trago de whisky conmigo.”